Barcelona empata (1-1) ante el Nápoles en los octavos de la Champions

Montjuïc decidirá la suerte del Barcelona en la Champions después de que el equipo blaugrana dejara pasar en Nápoles la oportunidad de dejar encauzado su pase a cuartos. Pudo ganar el Barça, especialmente en una buena primera parte, pero no pasó del empate ante un Nápoles al que pudo dejar herido de muerte, pero que se supo recuperar a tiempo y arrancar un empate a uno que a los italianos les sabe a gloria y al los de Xavi, a muy poco.

Volvía el Barcelona después de tres años a jugar una eliminatoria de Champions, precisamente en el lugar donde lo había dejado con Setién antes del atropello a partido único en los infames cuartos de final de Lisboa frene al Bayern a puerta cerrada, partido único y abierto en canal. Y Xavi no quiso hacer experimentos. La alineación fue la esperada dando entrada a los defensas más experimentados, que no necesariamente tienen que ser los mejores, retirando del once inicial a Cubarsí pero dando entrada a cuatro centrales de salida: Iñigo y Araújo en el eje, Koundé como lateral y Christensen como mediocentro.

Había insistido Xavi en la previa de que el partido tenía que jugarse con cabeza, sin renunciar a nada, pero siendo conscientes de que el 12 de marzo hay un partido de vuelta y puede que eso influyera de manera doble en el equipo.

Por un lado, la puesta en escena del Barça fue irreprochable. Ayudado por el desconcierto de sus rivales, que salieron a jugar habiendo estrenado técnico un día antes, los de Xavi se hicieron los dueños del partido. Pero quizás les faltó cierta malicia, veneno o colmillo para tumbar a un rival que en los primeros 20 minutos de partido daba la sensación de no saber dónde estaba. En el fútbol, y en Champions más, sino muerdes cuando tienes la opción corres el gran riesgo que la hipotética víctima se venga arriba y acabe por recuperarse.

El Barça dispuso de varias ocasiones para tumbar en la lona a su rival en los primeros 20-25 minutos de juego. Lamine tuvo dos, pero quizás el ansia de romper el récord de Ansu Fati como goleador más joven de la competición le llevaron a precipitarse y disparar cuando lo más aconsejable hubiera sido pasarla a Lewandowski. El polaco también tuvo dos claras, especialmente una a boca de gol tras jugada de cancelo que sacó el portero Meret con una buena parada de reflejos. Y Gündogan, que fue el gran motor de los mejores minutos del Barcelona, también obligó al meta a lucirse con un disparo lejano.

Diario AS

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