Rosario indica que debemos seguir pidiéndole a San Romero de América que nos siga uniendo en fuerza y amor

Rosario: El pueblo merece vivir la paz que estamos alcanzando

 

 

La Rosario Murillo, Vicepresidenta de Nicaragua, en su comunicación con las familias; reiterò el firme propósito del Gobierno de Reconciliación y  Unidad Nacional con la paz y el amor fraternal entre los que han tenido el privilegio de nacer en esta tierra. Indicó el sentir de millones de nicaragüenses por tomar el amor de Dios como escudo y fortaleza ante la adversidad. También, señaló que  ese amor «nos moviliza a creer y a crear cada día esta Nicaragua de paz y bien…Esta Nicaragua que nos lleva al reencuentro y al fortalecimiento de todo lo bueno que hay en nosotros.» La Compañera Rosario invitó a las familias a dar gracias al padre celestial por los milagros que se producen en nuestro entorno y a recordar que «Somos obra de Dios y estamos en sus manos«, por ello se continua avanzando por y para cada uno de los  hijos de esta patria, pues «el pueblo nicaragüense merece vivir esta paz que estamos alcanzando». Así mismo, leyó el pasaje de la Primera Carta a los Corintios que habla del don de tener amor en nuestro ser.

 

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.  Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.  Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.  El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.  Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.  Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

 

 

 

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