Managua, de rodillas ante la naturaleza: 31 de marzo de 1931

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Por: Óscar Tapia

Al parecer el haber sido nombrada capital por accidente, luego de las disputas políticas entre timbucos y calandracas, (de Granada y León), o conservadores y liberales llamados después así respectivamente, no le vino bien a Managua….¿Porque digo esto? Bien, primero recordemos cómo va subiendo de status: el 24 de Marzo de 1819, fue elevada a Leal Villa de Managua, el 24 de Julio elevada a ciudad y capital el 5 de Febrero de 1852.

Luego de eso dos grandes tragedias la han puesto de rodilla, pero siempre se levanta, el terremoto del 31 de Julio de 1931 y el del 23 de Diciembre de 1972, el primero era un martes santo a las 10:21 de la mañana y el otro un sábado 23 de Diciembre a las 00:23 de la madrugada, víspera de navidad, algo llamativo, fechas muy importantes en nuestro país, tradicionales, verdad?

Pues bueno, la capital sufrió la caída de sus casas y edificios mayormente de taquezal, ya que el sismo fue de 6.0 de magnitud y apenas 5 kilómetros de profundidad.

La comunicación de entonces no era como ahora que en segundos te das cuenta de lo que pasa en el mundo; el presidente José María Moncada se encontraba descansando de sus vacaciones en Masatepe, la noticia primero llego a Washington por la radio de los marines que entonces ocupaban el país, después Nueva York, de ahí por cable a San Juan del Sur y finalmente a el presidente por telégrafo, imagínense que Moncada llego a Managua hasta en horas de la tarde!

Otro dato curioso, es que la capital se traslado a Masaya momentáneamente, debido a los daños, pues hacerlo a Granada o León hubiese creado discordia nuevamente, sumado a la catástrofe, no era necesario mas, ahí el presidente se la jugó.

Los muertos se calculan entre 1200 y 1500, números elevados para una ciudad que en ese entonces andaba por los 40 mil habitantes.

Una vez más, quedo demostrada la capacidad de los capitalinos para enfrentar las adversidades de la naturaleza, pues se levantaron de entre los escombros, solo para que 41 años después otro terremoto la doblegara mortalmente de muerte, pero como el ave Fénix alzo nuevamente.

Esa ha sido nuestra historia trágica de sismos, inundaciones, huracanes, tornados, etc., pero aun así estamos de pie, batallando en una ciudad sísmica, que en cualquier momento podría sufrir de nuevo una tragedia parecida; recientemente hemos sufrido enjambres sísmicos que nos mantuvieron alarmados por varias semanas.

Para cerrar, solo recordare esto que sucedió en ese entonces, cuando Monseñor Canuto Oviedo y Reyes, obispo de Granada, afirmó en su carta pastoral Digitus Deo Est que el desastre era un castigo divino, pues ese mismo día un grupo de muchachas iría a un balneario en el Océano Pacífico, lo que interpretó como blasfemia.

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