El Bóer: Equipo de herencia, orgullo y tradición

El Bóer: Equipo de herencia, orgullo y tradición

El Bóer: Equipo de herencia, orgullo y tradición

Si me preguntan los interesados
que desde cuando yo soy boerista
esa pregunta no es muy complicada
porque la respuesta ya la tengo lista…

Así inicia la canción que compuso Carlos Mejía Godoy al equipo más popular del país, los Indios del Bóer. Una canción que cuando se canta en momentos de la alegría de un juego o momentos de presión, nos hierve la sangre, los pelos se nos ponen de punta o se nos hace un nudo en la garganta.

Esa fama, también le trae consigo a “los mimados de la capital” la envidia de otros clubes y seguidores. Y es que el equipo hasta fuera del país ha acuñado una frase, que luego que se canta o entona el himno nacional, al terminar la gente grita: ¡Viva el Bóer!

Pero más que eso, el Bóer se convirtió en un fenómeno desde su creación en 1905, puede ser que al haber nacido en barrio pobre y para los pobres se ganara el respeto de los managuas, porque cuando se creó, ya existía un equipo llamado “Managua”.

En la década de los 80’s el Bóer solo dejo frustración en la fanaticada, entre ellas una final perdida contra los Dantos [gracias a Dios no la sufrí]. La década de los 90’s inició igual, con sed de campeonatos.

El Bóer ha tenido durante su historia a grandes jugadores, entre ellos el “Chino” Meléndez, “Paco” Soriano entre otros, pero a mí me tocó ver a otros grandes “caballetes” como Ronald Tiffer, famoso porque se dejaba golpear, Sandy Moreno, Jorge Luis Avellan, Nemesio Porras, Apolinar Cruz y luego con un famoso cambio a Orlando Ocampo, Ramón Padilla jonronero y buen brazo, Freddy García “El Sheriff”, Francisco Javier Moreno, Marlon Abea, Darling Duarte, Jairo Mendoza “El Jocote” Barney Baltodano, ya de salida Julio Sánchez, incluso Felíz Moya [hermano de Julio]. Con todo respeto para mi, esa fue la época de oro de mi Bóer.

Eran nombres que se volvieron un icono, y aún hoy se mencionan y recuerdan. ¿Cómo no recordar al primer manager que miraron mis ojos al mando de los indios, Alejandro “El Zorrito” Arana y al actual Julio Sánchez? Varios pasaron, una temporada se dio el lujo de serlo Omar Cisneros, y otros, pero no dejaron huella o marca en los boeristas.

¿Cuántos no lloramos la derrota del año 92 ante el San Fernando, una final que estando 3-1 se perdió 3-4? Recuerdo que llegué solo al estadio, y fui uno de los últimos en salir. Cuando lo hice, aun había gente tirando piedras de los dos bandos, recuerdo me escondí detrás de un árbol. Logre ver salir rápidamente en un carro Lada café a Rigo Solís con una boina blanca, buscando el lado este.

También recuerdo que en el año 1995, mi papa no me quiso dejar ir al estadio de Masaya, ahí sería el séptimo y decisivo juego, me dijo: “No vayas, puede pasar algo” esa vez la serie estaba 1-3 abajo el Bóer, y se remonto. La historia es conocida: vandalismo, quema de vehículos y más de seis horas en que el Bóer no pudo salir del estadio.

Los peloteros pasan por el Bóer, las generaciones de aficionados y fanáticos también, pero hay una magia que no se puede explicar, aún escribiendo estas líneas, siento un escalofrío en el cuerpo y una emoción, pues miles de imágenes de jugadores y juegos pasados pasan en mi mente.

El deporte rey de Nicaragua, es mi pasión, soy un jugador, narrador y comentarista frustrado pues es hoy y no lo hice, pero tengo la dicha que una tarde nublada de Mayo, mi padre, que ya no está conmigo, me llevó de niño al estadio de Managua, ahí jugaban dos equipos: uno camisa naranja encendido con pantalón verde, y el otro de blanco con rayas verticales azul oscuro. El primero era el Chinandega, al mando de Argelio Córdoba, y el otro unos llamados Indios del Bóer. Mi papá no me dijo que siguiera a ninguno, solo me llevó a ver el juego, ¡Pero de inmediato supe que mi equipo era el de los de blanco!

Ahí comenzó mi historia boerista… ahí iniciaron mis días de sufrimiento y de alegrías, ahí también inició la dicha de ser parte de los miles y miles de seguidores que tiene mi Bóer, no solo en Managua, sino en cada municipio y departamento del país, y más allá de sus fronteras.

Solo el que es boerista sabe la pasión que se vive en cada juego por el equipo mimado, la alegría y la tristeza. He saboreado derrotas y campeonatos, amateur y profesionales. Gracias peloteros, managers, cuerpos técnicos y directivos que nos han dado tanto.

El gran cantautor Carlos Mejía cerró su canción al Bóer así:
¡Que Viva El Bóer!
¡Que Viva El Bóer!
el estadio se encendió
y en graderías la tierra mía
¡Viva El Bóer Contesto!

Por mis venas no corre sangre… simplemente cuatro letras: ¡“B O E R”!

Oscar Tapia
Presentador
@oscarviva13

Oscar Tapia

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